Evidentemente que el tema de la creciente ha significado un daño irreparable en lo colectivo y sus repercusiones están por demás vigentes en la actualidad. Pero también ha desnudado situaciones individuales, de vida, de solidaridad y en algunos casos también de tristeza.
Como sucede por ejemplo con los daños que sufrió el Museo del Río Uruguay.
Las fotografías aportadas a este medio por parte de un lector, Luis Costa, testimonian claramente que una vez que se fue el río de su invasión a la ciudad, no dejó solamente daño, sino que se llevó historia.
Las dimensiones del daño causado no pueden establecerse aún, pero si puede observarse mobiliario absolutamente dañado, repisas inexistentes, material histórico desparramado en el recinto, vidrios rotos y otras pérdidas más que se están contabilizando.
El río Uruguay furioso también se nos llevó un pedacito de historia que esperemos sea recuperable.
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