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Un recuerdo entre “Luises”…

(Escribe Luis Bertiz) Hoy a la mañana, visito los Portales y me encuentro con la triste noticia.

A lo largo del día, en las redes sociales, leí centenares de comentarios. Todos compartibles. Todos señalando las virtudes y también los defectos que, obviamente, como todo ser mortal tenía.

Y volví a experimentar una sensación desagradable. Es una tristeza difícil de explicar y que cada día me afecta más… La cáscara forjada a lo largo de toda mi vida, el caparazón que tantas veces me protegió, se está debilitando… Ya no es lo mismo.

Las muertes me golpean. La muerte de un amigo me duele. No sé si más de la cuenta, pero me duele más que antes…

Tal vez sean los años, no sé.

Tuvimos una relación no estrecha, pero larga en el tiempo, cordial, respetuosa y compartíamos la misma pasión por los medios de comunicación, por el periodismo, por la búsqueda de la verdad.

Cuando asumió la conducción de Radio Arapey, me llamó y bien a su manera me dijo que quería tener todos los días una nota editorial al estilo de la vieja “Carve” de Montevideo… y que yo se la tenía que escribir.

Con gusto y responsabilidad asumí la oferta y le anexé un valor agregado: la lectura de la nota la haría mi amigo y compañero Luis Olivera, un locutor de la vieja escuela, con una voz y capacidad de expresión envidiable.

De este modo a las 7 de la mañana en punto y al mediodía, el locutor de turno anunciaba: “Ahora la nota editorial de Radio Arapey en la voz de Luis Olivera, escribe Luis Bertiz”.

Y lo hicimos por un buen tiempo, hasta que a Luis enfermó y se marchó dejándonos una marca en lo más profundo de nuestro ser. Perdí a un gran amigo de la vida, casi que a un hermano, pero la relación con este otro Luis, el de bigotes grandes e inmaculadamente blancos, se mantuvo…

Hasta que, otra vez, la noticia me golpea y la realidad que vivimos hoy me vuelve a sacudir para demostrarme que para estas cosas de la muerte estoy flojo, desprotegido, débil…

Es una cosa rara, pero este recuerdo entre “Luises” me hace ver, aunque no sea necesario, las curiosidades del existir.

Primero se me fue un Luis. El amigo casi hermano, locutor de estirpe y un gran hombre.

Ahora se me va este otro Luis. El “Ruso” Giovanoni. El hombre que se ganó un lugar más que respetable en las comunicaciones y que dejó trazado un camino que su señora, sus hijos y sus nietos deberán, necesariamente, transitar.

A todos, mi apretado abrazo.

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