La diversidad ha pasado a ser una cuestión de estado, aceptar, entender, contemplar e interpretar que no somos distintos. Somos iguales.
Queremos a ella, a él, a nosotros, y a quien se cante querer.
En ese marco en la noche del viernes se desarrolló la marcha de la diversidad y acto cultural, posterior, en Plaza Treinta y Tres.
Fue la de mayor concurrencia, fue la de mayor diversidad en representación, y fue, un mensaje claro que esta sociedad no acepta meterle un pazo atrás a nada, sino que planteamos aceptarnos como somos.
Defendiendo la libertar individual, sin atropellar lo colectivo, el mensaje es claro a la hora de asimilar que somos capaces de vivir en comunidad con todas y todos, porque nos fortalece esa sencilla razón de aceptar que el vecino, no es distinto, es igual, es mejor, porque no tiene reparos en defender la “libertad individual” asumiendo que la construcción “se hace entre todos”
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