Este año ha sido particular. No hubo una fiesta sino dos de la citricultura.
El mismo contexto de fiesta que nuestras empresas citrícolas no dan a la hora de pagar a sus empleados lo que les corresponde, respetando derechos, contemplando reivindicaciones.
Somos naranjeros pero de naranja nos va quedando el tìtulo.
Dos fiestas con espectàculos de primer nivel y escaso respaldo popular acompañado de una Pepsi.
De que hablamos? Nos falta hacer la fiesta de la arena para sentir que todo tiene que ver con quien tiene la chacra naranjera más grande.
Hoy dije en mi cuenta personal aguante la «tanjerina» y alguien me aclaró «tangerina». Lo que debemos aguantar es la identidad con contenido. No se puede aceptar una fiesta a cuenta de patrones que matan de hambre al empleado todos los dìas.
Y baila con Maramar o con Caputto?
Bailan todos los días con Caputto y cobran poco….muy poco
Daniel Caiazzo
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