En la tardecita del sábado se llevó a cabo en el Día Internacional de Violencia hacia mujeres, niños y niñas; la tradicional marcha que a diferencia de otros años no fue en dirección contraria a calle Uruguay sino a favor de la misma.
Plaza Artigas comenzó a vestirse de negro desde temprano, en silencio, por esas 26 mujeres asesinadas en lo que va del año, por esos cinco niños asesinados, por esas ocho mujeres trans asesinadas según los últimos acontecimientos que lamentablemente nuestro país continúa viviendo.
Primera referencia a tener en cuenta. Quienes desde redes sociales se autoproclaman preocupados por la ola de delitos, hurtos, robos en nuestra ciudad, en redes sociales, no participaron por lo que la primera lectura establece que quizás el asesinato de mujeres, niños y niñas no forman parte de sus preocupaciones o desvelos porque no son políticamente utilizables quizás.
Lo segundo, analizar con liviandad que participaron unas 600 personas, como surge de una nota de un matutino local, es a las claras ningunear a las no menos de 2000 personas que marcharon, que llenaron Plaza Treinta y Tres y que se comprometieron a «no tener miedo».
Lamentablemente caemos en los mismos lugares comunes de siempre cuando en campaña polemizamos si en el acto de tal o cual candidato había tres, cuatro o cinco mil personas.
La tristeza se da en que este tipo de marchas no tienen ningún fin numérico, no representa a ningún partido, no tiene ideología direccionada y puede verse a un intendente, una diputada, directores (no muchos), referentes de todos los partidos sensibilizados con la temática, marchando junto a vecinos y vecinas que sienten la causa como propia.
Lamentablemente hubo quienes se pararon en la vereda de ver el fracaso y no tuvieron la suficiente sensibilidad para percatarse que a pesar de los pesares individuales y egoístas, la marcha una vez más fue un éxito porque en la medida que este tipo de movilizaciones genere conciencia y promueva impedir que una vida más nos deje, será al fin de cuentas hacernos responsables de algo que nos debe preocupar y ocupar.
No busca un sentido exitista ni mucho menos, busca que cada uno de nosotros sepa que nuestras hijas, nuestros hijos no deben ser violentados, ni agredidos, ni asesinados.
Daniel Caiazzo
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