Quinto Elemento

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Saludo a Juancho Martinez , a un año de su fallecimiento.(Escribe Prof.Fernando Alonso)

Saludo a Juancho Martínez
La última función

Dónde irme ahora
esconderme
anularme

y en una gota de sangre
a Jesús anudarme

dónde estirarme en el aire
para tocar un pájaro haciéndolo mío
y comulgar con las hierbas
y cielo
(dónde)

En la segunda mitad de la década de los 80, cuando la democracia apenas gateaba, un artista salteño algo transgresor había montado un espectáculo con textos de Lautréamont en el pequeño sótano del palacio Córdoba (Salto) con capacidad para 7 espectadores por cada función.
El artista era Juan Edgardo Martínez, el Juancho, el mismo que el martes 30 de enero del pasado año se quedó dormido para siempre, empuñando una lapicera y con una libreta de notas como almohada.
Hacía mucho tiempo que no lo veía, que no charlaba con él, mas allá de que siempre están los amigos en común que llevan y traen noticias de cada uno de nosotros. Por eso cuando los amigos de Quinto Elemento me invitaron a trazar una semblanza, dude mucho, porque entiendo que hay muchos amigos más cercanos a Juancho con una mayor autoridad que yo para escribir sobre él y su aporte inconmensurable a la cultura y sociedad salteña. No es falsa modestia y si estoy hoy con estas líneas es porque hay un pero. Ese pero me lo dijo un amigo la mañana del miércoles 31 cuando despedíamos a Juancho, que todos somos responsable de que su obra, la conocida y la inédita se haga pública, se conserve y a la vez propague. Que es la voluntad primera de su familia más próxima y amigos cercanos. Además en esa empresa creo que estamos involucrados todos aquellos que conocimos y apreciamos a Juancho, por múltiples motivos.
No voy a ocultar el dolor de su pérdida, cada vez que muere un artista se nos muere mucho de nosotros y un poeta encima es un ángel caído, lo digo consternado. En estos tiempos necesitamos muchos Juanchos que nos ayuden, de esos ángeles como soldados de primera línea y mil batallas, que nos enriquecen tanto y nos hacen recentrarnos en lo esencial.
En lo personal creo que junto a Juancho, generacionalmente hay una barra muy linda, tanta gente que por tanto tiempo ha estado en guardia, creando, difundiendo, multiplicando, consecuentes culturales. Con virtudes y defectos. Conformando una malla que construye sentidos, que plantea alternativas siempre, que son muralla a la bestialidad humana, son resistencia a los rinocerontes. Se diferencian cuando van por la calle.
Son muchos y han estado en los más diversos roles, firmes. Pienso por ejemplo en el grupo La Tregua, conformado por Juancho, Martha Peralta, Victor Silveira y Elder Silva (el poema que encabeza esta nota es de la publicación 4 Poetas Jóvenes de La Tregua).

Juancho disfrutaba como loco de la creación, se dedicaba de lleno a cada acto y a cada obra, se comprometía cabalmente y jugaba y lo disfrutaba. A quien la comodidad lo incomodaba, el desafío permanente era crear y transgredir. Como un alquimista buscando la revelación en la estética. Como un apostol llevando la riqueza del arte de mano en mano, sobre todo a manos pobres, a manos enfermas, a manos de amigos y de vecinos. Y cuando alguien busca hacer más agradable la vida a los demás y llenar de valor este mundo que habitamos, ese alguien se trata de un ángel.
Seguramente por eso no se llenó de medallas ni cocardas, nada mas ajeno a él que el autobombo, la fama de aspaviento, la consagración mediática. Los senderos por los que elegía transitar siempre estaban a la sombra.
Hoy nos ha ganado la lógica del triunfalismo, incluso en la cultura, nos pesa el concepto del éxito, fundado en lucir una vitrina con muchos trofeos y medallas.
Los artistas pueden ganar premios o no, pero al final del camino, el arte y los artistas se legitiman cuando tarde o temprano la gente se apropia de su obra, así sea en el anonimato.
La función de quienes pisaremos por unos días más este mundo, es tan simple como encargarnos de su difusión.

La brisa de enero a la orilla llegó
la noche del tiempo sus horas cumplió
y al llegar el alba el carozo cantó
partiendo al durazno que al rio cayó…
(LAS)

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