Corporativismo periodístico y con figuras que repiten

Hace dos años y monedas escribíamos sobre el corporativismo periodístico en Salto donde algunos «personajes doctrinólogos del hacer y el pensar» se juntaron a comer un asado para despedir el año.

En ese momento la vimos venir. Establecer una red de opinión con pretensiones de incidencia en la gente al punto de llegar a sentirse omnipotentes o representantes del camino sabio del periodismo sin compromiso.

Y dictaron cátedras, y marcaron formas, y enseñaron como trabajar, y terminaron todos juntos.

Y están todos juntos. A partir del famoso asado construyeron estrategias, establecieron discursos, inventaron escenarios y pensaron que desde un pequeño lugar unos pocos, muy pocos, íbamos a controlar y a denunciar lo que el tiempo nos terminó sirviendo en bandeja.

El periodismo es plata dijo el Ruso una vez y marcó a fuego. Claro que otra vez dijo, parafraseando, «hay orden de no aflojar» y muchos se prendieron en esa teta sin saber de que se trataba.

El periodismo es plata, es verdad, pero cuando los intereses cambian los lugares pasan a ser mercenarios de la comunicación.

Periodismo no es chisme, me dijeron, me comentaron, periodismo es trabajo real por el único bien material y patrimonial que nos sostiene: la credibilidad.

A ese tiempo de la editorial del periodismo corporativo a este tiempo real todos los personajes se repiten consistentemente y ahora juntos forman nuevos comunicadores a riesgo de ser nuevos piratas de los medios. A todo esto en alguna medida APC se repite en historias de jugarse a conveniencia de algunos y de espaldas a otros.

Andar buscando lugares ganados con trabajo y con credenciales de credibilidad comprobadas ofreciendo plata a cambio, habla a las claras de que lugar ocupa Quinto Elemento y que espúreos y mal ganados espacios «heredaron» otros.